domingo, 14 de junio de 2009

Diversas pautas comunicativas presentes en los niños autistas

Usualmente se logra entender de forma básica lo que es el autismo, aunque trivialmente las personas le asignan distintas características estereotipadas, muchas veces sin acierto alguno. Esto provoca un rechazo por parte de las personas hacia los autistas, sin saber la existencia de patrones conductuales dentro de este inusual trastorno. Aunque estos patrones son variados, el hecho de llegar a entenderlos es de gran beneficio tanto para las personas con autismo, como para quienes los rodean.
Históricamente se ha tratado de definir este trastorno cognitivo de distintas formas. El autor (1999) menciona que inicialmente Kanner, luego de una serie de estudios donde observó las principales características, lo definió como ´´los sujetos con necesidad de soledad extrema y deseo de mantener la invarianza ambiental´´. Posteriormente el autor menciona otros autores como Rutter y Riviere que han redefinido el autismo desde distintos puntos de vista. De esta forma la controversia acerca de cual es la verdadera combinación de síntomas y su identificación, y si los factores primarios son cognitivos o socioafectivos, se ha venido produciendo en las últimas décadas y que sigue vigente en la actualidad.
Dejando de lado los aspectos etiológicos, prevalencia y algunas características de interacción social, se logra precisar más adecuadamente el patrón conductual que tienen los niños en el espectro autista presentado por el autor. Este es su pasividad anormal a la estimulación sensorial. Son frecuentes las descripciones que introducen como característica típica la superreacción a diversos estímulos sensoriales e incluso a estímulos idénticos. Estos niños no responden a ruidos intensos, a la llamada por su nombre o a estímulos sobresaltadores, sin embargo, pueden reaccionar al crujido de un papel de envoltorio, o taparse las orejas y gritar al pasar las páginas de un periódico. Es también frecuente la hiper o infrasensibilidad al tacto, al dolor o a la temperatura.
Otra característica del comportamiento es la exigencia de invariabilidad del entorno. El autor explica que Kanner llegó a reducir los síntomas del síndrome autista a dos: la soledad extrema y el deseo de mantener la invariabilidad ambiental. Esto se manifiesta en que los niños con autismo presentan una preocupación verdaderamente compulsiva por mantener el entorno invariable, como el mobiliario doméstico, juguetes, etc. Esta exigencia no sólo afecta al espacio físico sino que también afecta a las rutinas familiares. La más mínima variación puede provocar en el niño el intento de retornar a la situación inicial, desencadenar una crisis de ansiedad o una rabieta. Este comportamiento se ha definido como una hipersensibilidad al cambio.
Las conductas estereotipadas constituyen también otra característica de estas personas. Suelen demostrar una preocupación absorbente por una o más pautas de interés restrictivas y estereotipadas que les resultan anormales. Por dar un ejemplo, la autoestimulación es un tipo de conducta estereotipada, y ha sido descrita típicamente como comportamiento repetitivo, persistente y estereotipado, sin otra función, en apariencia, que dotar al niño de retroalimentación sensorial o cinestésica.
A nivel de motricidad gruesa, estas conductas pueden incluir movimientos de balanceo rítmico del cuerpo, saltos, carreras cortas o pasos medidos, giros de la cabeza, aleteos de brazos y manos y posturas extravagantes.
También son frecuentes las conductas autolesivas, que consisten en cualquier comportamiento que produce daño físico a la propia persona. Las formas más comunes de conducta autolesiva en estas personas son golpearse la cabeza, morderse las manos o puños, arrancarse pelo y arañarse la cara. Hay casos muy graves en los que llegan a fracturarse el cráneo. Este comportamiento tiene obviamente un daño directo que puede afectar a la propia salud del sujeto, pero también tiene perjuicios adicionales indirectos. Por una parte, en algunos casos la conducta es tan intensa y peligrosa que es necesario reducir la movilidad para prevenir la lesión. Por otra parte, esta conducta del niño condiciona y restringe el desarrollo educativo y psicológico, ya que los padres y educadores están más centrados en intentar evitar estas conductas que atender otras iniciativas educativas.

La comunicación y el lenguaje en los niños/as autistas. Revista digital para profesionales de la enseñanza, Federación de enseñanza de CC.OO de Andalucía, marzo. 1999. Recuperado de http://www.fe.ccoo.es/andalucia/docu/p5sd4673.pdf

2 comentarios:

  1. ¿Qué manera de citar de manera indirecta es esta?: "El autor (1999) menciona que inicialmente"

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  2. Buen trabajo, con algunos problemas ortográficos y de estilo académico (algunas oraciones muy largas). Lo que más me llama la atención es la mención al "autor", que vendría siendo la Federación de enseñanza de CC.OO. Con el tiempo, este tipo de fuentes solo la pueden utilizar como referencia, pero no como base de sus informes bibliográficos, porque en general están hechas solo de recopilaciones de otras fuentes. Es decir, la manera acertada de trabajar en estos casos es yendo a las fuentes que estos artículos señalan y leer, por lo tanto, a los autores originales y a ellos citarlos.
    Nota: 6,0.

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